Cualquier número es un buen cadáver para abrir la puerta. Me he cansado de escribir exquisitos, es una razón necesaria para no llegar hasta a la putrefacción del misterio. Los intermezzos brotan de las grietas del asfalto negro. Negro como le da la gana, de noche o de día, sin preocuparse de la intimidad de mis biorritmos. Ritmos biológicamente perturbados por el parpadeo de tus ojos. Abrí y cerré los brazos como un hermano, un amigo, fue mi manera de esconder el deseo, ¿Cómo quieres que no recuerde tu escote?
LA HERMANA APRENDIDA / Ana Martín Puigpelat
Hace 2 días
2 comentarios:
sólo diré bien, muy bien
una abraçada
Gracias Toni.
Una abraçada.
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