martes, 9 de febrero de 2010

Ikebana



En el viento del otoño;
Violeta de las nubes;
En el rocío de tus ojos;
Me adiestro al paraíso.

La madrugada naciente;
Mira los amantes enlazados;
En las sabanas arrugadas;
Como un pétalo, cae una palabra.

¿Podemos imaginar que sea el canto de una flor?

8 comentarios:

María BlancaNieves dijo...

Lo has dicho todo de una forma magistral y francamente sensual. ¿Qué más podría añadirse?
Enmudecí ante tanta belleza.

Un beso con afecto.

p.d. Será un placer y honor enlazarte a mi blog.

Néctar dijo...

Precisa y luminosa a cada atardecer. Sutil melodía en el delicado pentagrama de una mujer.

Néctares

Amelia Díaz dijo...

Mira que m gusta ese poema...lo recordaba casi de memoria.

Besos cariñosos.

José María Alloza dijo...

Muchas gracias María.
Sonrojado de gratitud ante tu comentario.
Un beso.
Nb Ya estamos enlazados :-
El placer y el honor son mios.

José María Alloza dijo...

Nectar, tus comentarios son preciosos al igual de tus entradas. Tienen un “no sé que” de dulce sensualidad. Y si, cuando la pienso, una melodía resuena en mi cabeza…
Besos y nectares :-)

José María Alloza dijo...

Gracias Ame, gracias por estar siempre.
Besos, muchhos.

Druida de noche dijo...

Bien sûre qu’on peut, bien sûre qu´on peut écouter la musique de la fleur …La couloir violète désigne un pentagramme pourquoi la musique soit possible…

José María Alloza dijo...

No conocía el “couloir violette” pero si un glaciar del mismo nombre (Alpes) :-)
Es igual, los dos nos llevaran al cielo, escribiendo melodías en los pentagramas amados.
Un abrazo para ti Druida.