“Cómo podría yo olvidarte nunca si no tengo que recordarte: tú eres el presente que se acumula”. (René Char)
Un aroma de sangre marina se derrama;
En las estaciones de un tiempo sin luna;
Como esta piedra que crece en mi vientre;
Se quebranta el cielo del último poema.
Si no es para ti, escribir no tiene sentido;
Frágil hilo de la poesía contra el acero de la vida;
Si fuera el precio de quererte, volvería a empezar;
Invadido por tu poesía, sin miedo al interminable aullido.
Tal vez un día…
En medio del mar o arriba de una montaña;
Allí donde veremos que el tiempo se acaba;
Cuando te diré, que eres el sol de mi vida,
de mis noches las estrellas y la Luna.
Cuando te diré que mis manos ansían acariciar,
tu piel dulce como la seda y de mis labios tu boca;
Cuando te diré hasta que punto eres maravillosa;
Escuchando tu voz, admirando tu sonrisa.
Cuando te diré que me gustaría hacerte madre,
y admirar tu vientre escuchando la melodía de la vida;
Cuando te diré que quiero saber si tienes calor o frío,
para poder fabricar hielo o hacer fuego…
Cuando te diré te necesito;
Necesito que me quieras;
Cuando te diré simplemente: te quiero.
¿Me perdonaras por haberte esperado?